domingo, 1 de noviembre de 2015

Paleobotánica: un registro del origen de la vida en nuestro planeta

Resumen
Cuando se profundiza en el conocimiento de nuestra historia, la nuestra propia como especie y en la historia de nuestro planeta, no puedo dejar de ver al ser humano como un eslabón vanidoso y un tanto estúpido de la escala evolutiva. Cuando hablamos de cambio climático y analizamos las diferentes vicisitudes por las que ya ha pasado nuestro querido planeta, no podemos sino mirar con escepticismo las previsiones catastrofistas de algunos. La peor amenaza para la especie humana es la propia especie humana que en aras de supuestas cotas de desarrollo vive de espaldas a la tierra que lo acoge. ¿O no es arrogancia construir pistas de hielo en pleno desierto en Dubai?. Dentro de 1000 millones de años esos desvaríos se perderán entre los registros fósiles y nuestro planeta seguirá adelante a pesar del ser humano, que no nos quepa duda.

 La edad estimada para nuestro planeta es de 4600 millones de años y los primeros indicios de vida microscópica fósil se han datado en 3500 millones de años. Relativamente pronto desde el inicio de la vida del planeta, la mayoría de los autores coinciden en que una especie bacteriana, las cianobacterias comenzaron a expulsar oxígeno a la atmósfera mediante un proceso de fotosíntesis oxigénica, de esta forma se admite que la composición de la atmósfera inició un paulatino cambio hacia adquirir concentraciones cada vez mas altas de oxígeno que posibilitaron la formación de la capa de ozono; la importancia de la formación de la capa de ozono es crucial para explicar formas de vida mas evolucionadas, al proteger a los nuevos organismos vivos de las radiaciones ultravioletas, que resultarían letales fuera de los fondos oceánicos. Pero, antes de que esto ocurriese la composición de la atmósfera del planeta contenía grandes cantidades de hidrógeno, amonio (NH4), metano (CH4) y agua. Miller en 1953 (1), recreó este entorno en el laboratorio y lo sometió a la influencia de chispas eléctricas, un efecto que se supone similar al de aquella atmósfera bombardeada por numerosos meteoritos. Este autor, pudo comprobar la formación de aminoácidos en este entorno. Estos modelos experimentales contemplan además, la presencia de cantidades crecientes de CO2 en el entorno, que originarían un ascenso neto de las temperaturas del planeta por el efecto invernadero.
Aunque podrían parecer puras especulaciones, se puede llegar a conocer la concentración de CO2 de aquella atmósfera primitiva a través del número de estomas de las plantas fósiles encontradas en la actualidad. Parece existir una relación inversa entre el número de estomas de las plantas y las células epiteliales y la concentración de CO2 atmosférica. De esta forma, a través de los fósiles podemos conocer el clima de cada era (2). Hoy día sabemos, que hace 2400 millones de años, el oxigeno era un componente minoritario en la atmosfera. La razón por el que estructuras tan delicadas como los epitelios vegetales han permanecido inalteradas en el proceso de fosilización permanece desconocido en su totalidad, aunque investigaciones recientes han implicado a diversos microrganismos que constituyen el biofilm. El biofilm se constituye por una matriz de polisacáridos que segregan algunas bacterias y constituyen una película sobre los epitelios, se piensa que el consumo de oxigeno por parte de estos microrganismos, previo al inicio del proceso de fosilización, evita la putrefacción de las estructuras tisulares (2). La aparición de las primeras células eucariotas se estima que debió ocurrir hace 2700 millones de años para unos autores y hace 2000 millones de años para otros. Hace unos 1600 millones de años debió ocurrir la incorporación de una cianobacteria en una célula eucariota, transformándose la bacteria en el primer plasto y la célula eucariota, en lo que debería der la primera estirpe de alga que se diversificaron notablemente siendo uno de sus primeros efectos una mayor liberación de oxígeno en su entorno y a la atmósfera. Algunos autores consideran que la liberación de ingentes cantidades de oxígeno a la atmósfera dió lugar a la glaciación huroninana, es una de las glaciaciones mas intensas del registro geológico, que se originó hace 2400-2100 millones de años durante los períodos Sidérico y Riásico de la Era Paleoproterozoica, muy similar a la Tierra bola de nieve que ocurrió en la Era Neoproterozoica (hace 850 millones de años). Durante todo el periodo precámbrico que abarca hasta hace 500 millones de años se desarrollan depósitos sedimentarios volcánicos sobre las plataformas existentes, dichos depósitos sedimentarios se colonizan con las primeras especies de algas verdes. Debido a la elevada actividad orogénica, el supercontinente Rodinia comienza a fisurarse. Durante el periodo cámbrico la vida vegetal y los primeros representantes de la vida animal bullían en los mares mientras la tierra firma permanecía desierta, algunos autores atribuyen esta circunstancia a que el oxígeno atmosférico suficiente para permitir la vida en el agua era todavía insuficiente para generar una capa de ozono eficaz y permitir la vida fuera de ella. El lugar en que las plantas comenzaron su conquista de tierra firme se desconoce, aunque se supone que los hábitats más probables para su establecimiento serían bahías, lagunas o planicies costeras, cursos bajos o desembocaduras de ríos: lugares donde las aguas dulces se mezclan con las marinas, donde son poco profundas y suelen estar sometidas a fluctuaciones de nivel e incluso a desecaciones temporales. Esto debió ocurrir hace 700 millones de años. Estas primeras plantas terrestres debían ser blandas, parenquimatosas alcanzaron gran desarrollo durante el silúrico inferior. En su conquista de tierra firma estas primeras plantas debieron solucionar diversos problemas para su subsistencia, en primer lugar debían protegerse de la radiación ultravioleta, que en este periodo donde aun no existía una capa de ozono en la atmósfera, debía ser intensa. Los animales han desarrollado la melanina como mecanismo de protección, pero las plantas que precisan de la luz visible para su función fotosintética requieren de otras soluciones. Los flavonoides y otras moléculas polifenólicas fueron desarrolladas por las plantas inicialmente como mecanismo defensivo frente a las radiaciones ultravioleta y posteriormente como mecanismo defensivo frente a agentes infecciosos y animales fitófagos, esta solución altamente eficiente, aun se mantiene en la actualidad por la mayoría de los organismos vegetales. La diversificación de los fenilpropanoides proporcionó los precursores de la lignina, cuya síntesis requiere una atmósfera con cantidades de oxígeno similares a la actual, como la que ya se habría acumulado hacia el Ordovícico, por lo que la lignina debió producirse a partir de este período. Es posible que los precursores de la lignina también se acumulasen en la superficie de las plantas y colaborasen en la protección frente a las radiaciones letales. El transporte de líquido y nutrientes en las plantas parenquimatosas, como las algas, se realiza célula a célula a través de puentes de citoplasma viviente (plasmodesmos). Este sistema (simplástico) poco eficiente, no sería funcional en plantas erguidas y de mayor porte; éstas debieron desarrollar tejidos especiales de conducción, espacios acuosos fuera de las células vivas, sea formados por separación celular o por lisis del interior celular (modelos apoplásticos). El principal tejido conductor de las plantas vasculares es el xilema, constituido por células muertas, elongadas y unidas por sus extremos formando tubos (traqueidas) en los que el agua se mueve a favor de un gradiente de presión generado por la evaporación producida en las partes elevadas y que debe superar a las fuerzas gravitatorias (3). Durante el silúrico medio las plantas vasculares compartían ya su hábitat con las parenquimatosas. El Devónico es un periodo crucial en el que se produjo su desarrollo en tres oleadas sucesivas: durante la primera (Devónico inferior) se produce una expansión-renovación de cooksonioides, zosterófitos y licopodiófitos herbáceos; pero también surge y se extiende una nueve especie, los riniofitos. Los riniófitos fueron plantas con ejes postrados portadores de rizoides y micorrizas y ejes erguidos afilos, dicótomos, provistos de estomas y terminados en esporangios; poseían un grueso córtex protegido por fuerte cutícula. Los timerofitos, que se pueden considerar descendientes de los anteriores desarrollaron un conjunto de innovaciones fundamentales que posibilitaron la evolución ulterior de la flora vascular: en primer lugar el porte monopodial acopado, de manera que de los ejes postrados surgían los erguidos, a modo de arbolillos, provistos de grueso córtex reforzado con colénquima, y poseedores ya de un xilema más grueso que ocupaba hasta la cuarta parte del diámetro del eje. En una segunda oleada diversificadora que tuvo lugar en la mitad del periodo devónico, aparecieron nuevos licopodiófitos herbáceos pero sobre todo se originaron las estirpes arborescentes de este grupo (lepidodendros y afines); las formas devónicas fueron menos altas que las del Carbonífero, momento en que algunas alcanzaron estaturas gigantescas (30-50 m y hasta 1-5 m de diámetro en la base). Carentes de raíces eficaces, poseían varios enormes tallos (rizóforos) dicótomos, que penetraban sólo superficialmente en el sustrato, desde los que se elevaba el tronco. Durante la segunda oleada de diversificación del Devónico medio, surgieron varias líneas descendientes quizá de los trimerófitos: las progimnospermas y los ‘helechoides’, antepasados, a su vez, las primeras, de las plantas con semilla y los segundos, de los equisetos y helechos; unas y otros originados en el Devónico superior durante la tercera oleada de diversificación. Las progimnospermas incorporan innovaciones de gran importancia en la conquista de tierra firme y de un entorno progresivamente mas árido, el desarrollo de verdaderas raíces primarias (de origen embrionario) fuertes y profundas; o la adquisición de crecimiento secundario en grosor acompañado de la producción de un xilema duro (madera) y de un ritidoma de súber o corteza externa protectora constituida de células muertas. Durante el final del período Carbonífero, en el que las extensiones boscosas alcanzaron gran desarrollo, se produjo un enfriamiento global acompañado de sequía que determinó la reducción general de las áreas pantanosas y boscosas. Durante el periodo Pérmico aún quedan restos de bosques de pantano en las reducidas zonas de clima privilegiado, mientras que en las áreas más áridas, se adueñan diversas estirpes de plantas con semilla que muestran adaptaciones consistentes en hojas simplificadas, mayor protección de los óvulos...) y entre ellas las coníferas. A finales de este periodo se redujo drásticamente la diversidad vegetal y desaparecieron los últimos representantes de la vegetación paleozoica. Habrá aún que esperar al periodo Cretácico para ver la explosión de una nueva estirpe: la de las plantas con flores (angiospermas) que irán ganando terreno, mediante sucesivas oleadas diversificadoras, para presentarse en el Terciario como los elementos dominantes de las biotas terrestres (4). En la historia de nuestro planeta existen dos momentos críticos que determinan una extinción en masa de las especies existentes. La primera, la constituye la transición entre el Pérmico al Triásico, la segunda la transición del Cretácico al Terciario. A diferencia de la transición Cretácico-Terciario, que marca la extinción de los grandes saurios del planeta, pero no se afectan los registros fósiles vegetales, durante la transición PérmicoTriásico se produjo una drástica reducción de los registros paleobotánicos. Durante el periodo Triásico el clima se hizo progresivamente mas seco, esto motivó una progresiva sustitución de gran parte de la flora pteridofita por gimnospermas, mejor adaptadas al clima seco, además al poseer granos de polen podían reproducirse sin necesidad de agua libre. La semilla permite al embrión de la planta adoptar un periodo de latencia cuando las condiciones ambientales no son favorables. Sin embargo, el hecho mas destacable del periodo de transición Pérmico-Triásico lo constituye el “evento fungil”. La recopilación de los datos paleontológicos disponibles permite estimar que el 57% de las familias de organismos marinos presentes en el Pérmico desaparecen, llegando al 83% de los géneros y el 96% de las especies según algunos autores. Es en esta transición en que grupos tan representativos del Paleozoico como los trilobites, corales rugosos son drásticamente diezmados hasta prácticamente su extinción. La recuperación de la flora y fauna de los fondos marinos no se produce hasta 10 millones de años mas tarde. Aproximadamente el 70-77% de las familias de vertebrados existentes desaparecen, las extinciones afectan a los anfibios laberintodontos y los primeros Terápsidos, denotándose una mayor supervivencia en los vertebrados de pequeña talla que empiezan a colonizar medios más templados y fríos. A comienzos del Triásico aparecen también los diápsidos que darán paso a los dinosaurios y también una nueva línea de Terápsidos como los dicodontos que posiblemente darían paso posteriormente a los mamíferos (4). La forma de evaluar el nivel de extinción de los complejos biológicos se basa en el análisis de las proporciones isotópicas del carbono. Con vida en el entorno, el registro geológico presenta casi todo el carbono como C12 ya que las enzimas de los organismos fijan mas eficazmente este isótopo. En las épocas con menor actividad orgánica casi todo el carbono identificado en el estrato geológico es C13. En el intervalo Pérmico-Triásico observamos una anómala concentración de C 13. Cuando la vida se recupera y diversifica durante el periodo triásico, los niveles de C 12 vuelven a niveles previos. La explicación a esta extinción en masa esta en la existencia de un supercontinente que en este periodo se denomina Pangea y resulta de la unión de las placas continentales lo que afecta directamente al clima que se vuelve mucho mas extremo. Para algunos autores a este fenómeno habría que añadir las erupciones volcánicas que expulsan gran cantidad de cenizas en suspensión que producen un oscurecimiento de la atmósfera, la lluvia ácida posterior explicaría la destrucción de plantas y fitoplancton. Otros autores, encuentran una elevada correlación entre los impactos de meteoritos y una elevada actividad en el manto en forma de erupciones volcánicas y terremotos. Los descubrimientos en 2001 por Luann Becker de trazas de Helio y Argón en rocas meteoríticas de entre 6-12 Km de diámetro, apoyan la hipótesis del origen meteorítico para la crisis Pérmico-Triásico. Todos los muestreos realizados hasta la fecha muestran un empobrecimiento de todos los ecosistemas continentales en el tránsito Pérmico-Triasico, que no muestran indicios de recuperación hasta comienzos del Anisiense, unos 10 millones de años mas tarde (4). En los 200 millones de años que abarca el periodo mesozoico se produjeron cambios sucesivos en la flora, habiéndose inferido tres áreas climáticas en el Mesozoico: cálida, cálida-templada y templada. Durante el Jurásico inferior la mayoría de las tierras emergidas estaban todavía unidas en el supercontinente Pangea. El clima parece que tenía concentraciones de invernadero con altas concentraciones de CO2; sin embargo, desde finales del Triásico superior y comienzos del Jurásico inferior ya comienzan a constatarse descensos térmicos que se traducen en una disminución de los depósitos polínicos que podría indicar un enfriamiento global de la tierra. Al inicio del Jurásico Superior, el área ecuatorial del hemisferio norte registra una fuerte subida de la temperatura. Las masas continentales se desplazan hacia el norte y se desarrolla un cinturón árido en la zona ecuatorial. Durante el periodo cretácico continuó la aridificación del clima que favorece el desarrollo de las angiospermas en detrimento de los bosques de pteridofitas. Con el desarrollo de las angiospermas y el desarrollo de los frutos se produce un cambio fundamental en el desarrollo de la biomasa vegetal, los frutos comienzan a ser utilizados por algunas especies animales que encuentran en ellos una fuente energética importante y pasan a incluirlos en su dieta (5). A partir de datos paleobotánicos, se supone que al final del Campaniense se produce un enfriamiento global, aunque libre de hielo. La extinción de algunas especies animales en el límite CretácicoTerciario que afectó a los grandes dinosaurios no afectó a la flora, de hecho, las plantas fósiles del Paleoceno muestran una composición muy similar a las del Maastrichtiense que demuestra que las plantas, fundamentalmente las angiospermas, no sufrieron un episodio de extinción. El límite entre el Cretácico Superior y el Terciario vino acompañado por un evento de extinción masiva, posiblemente producido por el impacto de un meteorito, que afectó a muchos grupos de animales. Este evento, a diferencia de lo ocurrido en límite Pérmico-Triásico no se acompañó de mayor actividad volcánica, de forma que efectos colaterales como la lluvia ácida, responsable en gran medida de la extinción en masa de especies vegetales, aquí no tuvo lugar. Desaparecieron los dinosaurios, los reptiles voladores (Pterosaurios) y los acuáticos (Ichtyosaurios, Plesiosaurios), los ammonoideos, gran cantidad de braquiópdos y los rudistas (moluscos que formaban arrecifes), entre otras especies. A diferencia de los grupos animales, las plantas experimentaron la extinción de tan sólo unos pocos taxones, como la familia Cheirolepidiaceae o el orden Bennettitales. Se observa a principios del Terciario una continuidad en lo que se refiere a la flora que ya existía a finales del Cretácico. Este evento de extinción que tuvo lugar hace 65 millones de años, se encuentra dividido en dos grandes bloques: el Paleógeno (65-23,3 m.a.) y el Neógeno (23,3-1,64 m.a.). El Paleógeno, a su vez, puede dividirse en tres series: Paleoceno, Eoceno y Oligoceno; dividiéndose en Neógeno en dos: Mioceno y Plioceno (5). 

REFERENCIAS 
1. Miller SL. A production of amino acids under possible primitive earth conditions. Science 1953 May 15;117(3046):528-9. 
2. Taylor TN, Taylor EL, Krings M. Paleobotany. The biology and evolution of fossil plants. 2 ed. London: Academic Press; 2009. 
3. Moreno Sanz M. La colonización dela tierra por los vegetales. Montero A, MartínConsuegra E, editors. 1[2], 11-27. 2004. Córdoba, Fundación Pública Municipal Jardín Botánico de Córdoba. La flora a través del tiempo II. Montero, A. and Martín-Consuegra, E. 
4. Diez-Ferrer JB. El registro paleobotánico y el tránsito PérmicoTriásico. Montero A, Martín-Consuegra E, editors. 1[2], 41-51. 2004. Córdoba, Fundación Pública Municipal Jardín Botánico de Córdoba. La flora a través del tiempo II. Montero, A. and MartínConsuegra, E. 
5. Dieguez C. Flora y vegetación durante el Jurásico y el Cretácico. Montero A, Martín-Consuegra E, editors. 1[2], 53-62. 2004. Córdoba, Fundación Pública Municipal Jardín Botánico de Córdoba. La flora a través del tiempo II. Montero, A. and Martín-Consuegra, E. 

domingo, 6 de septiembre de 2015

Investigaciones apuntan a la bacteria Methanosarcina como responsable del evento de extinción del pérmico-triásico

Las huellas químicas halladas en rocas de la provincia de Xiakou, China, confirman que las emanaciones gaseosas de metano y CO2 procedente de una importante actividad volcánica calentaron el planeta. El metano es un gas con un importante efecto invernadero, más intenso que el producido por el CO2. Sin embargo, algunos autores afirman que las concentraciones de metano y CO2 se mantuvieron elevadas durante mucho tiempo y junto a las emisiones sulfurosas que acidificaron las aguas fueron responsables del primer evento de extinción masivo de nuestro planeta.  
En la historia de nuestro planeta existen dos momentos críticos que determinan una extinción en masa de las especies existentes. La primera, la constituye la transición entre el Pérmico al Triásico, la segunda la transición del Cretácico al Terciario. A diferencia de la transición Cretácico-Terciario, que marca la extinción de los grandes saurios del planeta, pero no se afectan los registros fósiles vegetales, durante la transición Pérmico-Triásico se produjo una drástica reducción de los registros paleobotánicos. La recopilación de los datos paleontológicos disponibles permite estimar que en apenas 20.000 años, el 57% de las familias de organismos marinos presentes en el Pérmico desaparecen, llegando al 83% de los géneros y el 96% de las especies según algunos autores. La recuperación de la flora y fauna de los fondos marinos no se produce hasta 10 millones de años mas tarde.  Dan Rothman, geoquímico del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), reparó en una discrepancia con la teoría del vulcanismo. Sus características químicas indican que los valores de dióxido de carbono y metano permanecieron elevados mucho tiempo. Según él, si los gases hubiesen sido fruto sólo de la actividad volcánica deberían haber disminuido antes. Además apunta que las concentraciones de gases parecen adaptarse más a un patrón de crecimiento exponencial propio del crecimiento de algunos microorganismos. 


La bacteria Methanosarcina es un género de  microorganismos que produce metano a partir de CO2  e hidrógeno y según algunos investigadores podría haber sido responsable, tras un crecimiento desmedido, del evento de extinción del pérmico. 

Las ingentes cantidades de níquel emitidas por las erupciones permitieron florecer a Methanosarcina. La bacteria, que habría adquirido la capacidad de producir metano por aquella época, necesita el níquel para metabolizar la materia orgánica en gas.

Methanosarcina.

Según esta teoría que viene a complementar la teoría del vulcanismo para explicar la extinción masiva entre los periodos pérmico-triasico, la masiva liberación de metano elevó la temperatura del planeta y aumentó la acidez de los mares, mientras que la concentración de oxígeno se desplomó a medida que este era consumido durante la conversión natural de metano en dióxido de carbono. Los organismos comenzaron a morir y, en una espiral ascendente, Methanosarcina se cebó con la materia descompuesta liberando a su vez más metano. La forma de evaluar el nivel de extinción de los complejos biológicos se basa en el análisis de las proporciones isotópicas del carbono. Con vida en el entorno, el registro geológico presenta casi todo el carbono como C12 ya que las enzimas de los organismos fijan mas eficazmente este isótopo. En las épocas con menor actividad orgánica casi todo el carbono identificado en el estrato geológico es C13. En el intervalo Pérmico-Triásico observamos una anómala concentración de C13. Cuando la vida se recupera y diversifica durante el periodo triásico, los niveles de C12 vuelven a niveles previos.

Referencias.

Carrie Arnold. The Largest Extinction in Earth’s History May Have Been Caused by Microbes. Scientific American 2014; 311, 1